El príncipe del dolor
¿Conocéis el Reino de la alegría? Es un lugar, donde todas las personas son felices, y les gusta sonreír, pase lo que pase.
No siempre brilla el sol, pero sus rayos siempre se sienten, en la cara de las personas, en el brillo de su castillo. Los niños, no siempre son buenos, pero siempre un buen angelito vela por su seguridad y así se pueden divertir mejor. No siempre cantan los pájaros, pero siempre los puedes observar volando por el cielo, o construyendo un nido de amor con las flores del jardín.
Las personas de este Reino son normales, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero han descubierto que si sonríen siempre (Always Smile), la vida es mejor.
Este lugar estaba reinando por "El príncipe D".
Diego era su nombre, pero esa D, no significaba Diego, para él esa D, sigindicaba Dolor. Diego era el Príncipe del Dolor, porque se sentía desdichado, triste, no tenía amigos, y todo le salía siempre mal. Cuando salía a pasear con su caballo, las nubes empezaban a soltar agua, su caballo siempre se cagaba, y la chica que le gustaba, le había roto el corazón, porque no quería saber nada de él. Así que Diego lloraba y lloraba siempre, desesperado por los rincones. No se daba cuenta que tras las nubes lluviosas había un arcoiris, o que la caca de su caballo servía de abono para que crecieran las flores del campo, incluso su corazón roto le hacía señales luminosas para indicarle que detrás de cada mal, hay un rayo de luz, que te lleva al buen camino de nuevo, y que sólo hay que saber encontrarlo, pues únicamente tú, eres responsable de buscar tu propia felicidad, no se puede echar la culpa a los demás, cuando las cosas salen mal, y eso era precisamente lo que hacía Diego, culpar al universo de su desdicha, de su mala suerte, incluso de su estado de ánimo.
Tanta era la tristeza del príncipe, que El Hada de la oscuridad, tuvo que hacer su aparición, pues hasta ella sentía el dolor de su corazón.
Una noche entre los sollozos de Diego, El Hada se le presentó y le preguntó:
Diego, qué ocurre, qué te causa tanto dolor.
¿Hay algo, que yo pueda hacer por ti?
El príncipe, se secó las lágrimas de los ojos y se quedó callado pensando en todo lo que quería decir, pero sin pronunciar una sola palabra.
El Hada escuchó sus pensamiento, y el lamento de su corazón roto.
Tenía pensamientos de destrucción, de rencor, de venganza, pensamientos tan oscuros que hasta a ella le asustaban, y entre esos pensamientos, un fervor deseo de causar dolor a todo aquel que le haga daño.
El Hada le puso la mano debajo de la barbilla para alzar su cabeza y mirar su rostro, y le dijo:
Yo te puedo conceder tu deseo Diego, pero has de saber que a cambio, tú también recibirás dolor cuando se lo causes a otros, hay que mantener un equilibrio entre las acciones y consecuencias que provocas, y ten cuidado, porque tu corazón se irá rompiendo y desgarrando cada vez más, con cada dolor que provoques, ¿Lo has entendido correctamente?
Diego asintió con la cabeza, y El Hada desapareció en la oscuridad sin dejar rastro. Por primera vez en su vida, Diego se sintió bien, parecía que su suerte había cambiado, pues por primera vez sentía la sensación de poder, sin embargo el poder corrompe, y podía llegar a causar más daño del que le podían hacer a él.
Su primera víctima fue la chica, esa chica que le rechazaba constantemente y que no quería saber nada de él. Así que pensó, voy a darle una oportunidad de que me acepte, y si no lo hace, haré que ella se sienta rechazada constantemente por todo aquel que se le acerque y así sentirá la tristeza que yo siento. Y dicho y hecho, Diego se vengó de todo aquel que le hacía daño, durante años fue infringiendo dolor por todo el Reino, sin darse cuenta, que el dolor que causaba él, estaba tan intensificado, que todo ese exceso de mal emocional, le rebotaba una y otra vez, y en vez de sentirse mejor, cada vez sufría más dolor, tan negruzco se volvió su corazón, que todo a su alrededor se oscureció, las personas, su reinado, hasta su cabello y su ropaje eran negros como la oscuridad.
En pocos años envejeció tanto su alma, que ya no tenía ganas de seguir viviendo.
Sin embargo una criada de palacio, que siempre se había fijado en Diego, y que para el cual, siempre había pasado desapercibida, se acercó a él y consoló su triste corazón, a pesar de su indiferencia, ella no se rendía nunca, le acicalaba, peinada su cabello, le daba conversación, y día tras día, rompía la oscuridad que el príncipe llevaba dentro, hasta que dejó de desearle el mal a los demás y sus ojos se llenaron de luz, para ver más allá de la mala suerte que creía tener.
Por eso, aunque creas que todo está perdido y no veas la luz, déjate llevar por los que sí pueden verla, pues tarde o temprano, tú también serás capaz de vislumbrar el buen camino.
Y ahora elige el dibujo que prefieras colorear:
¿Será El príncipe del dolor?
¡¡¡¿El príncipe de la Alegría?!!!
FIN
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