Cuentos de Yolanda

Cuentos de Yolanda
Cuentos para niños y mayores, cuentos diferentes, que te hacen pensar, con su moraleja al final de la historia. Aunque penséis que son muy complejos para un niño, no subestiméis su entendimiento, su forma de ver las cosas y la vida, puede que no lo vean como los adultos, porque sí, son niños, pero no son tan ignorantes como los vemos, simplemente su perspectiva es diferente a la nuestra, no dudéis en leer los cuentos a vuestros hijos, explicarles las palabras que no entiendan, para que puedan absorberlas, y sorprendeos con su capacidad de razonamiento.

sábado, 7 de febrero de 2015

El ninja blanco



El ninja blanco


Yang era un niño de piel oscura, que tenía el conocimiento de las Artes marciales, y siempre iba de blanco. Yang era... "El ninja blanco", y vivía en un Reino de luz, donde todas las casas eran blancas, el cielo era luminoso, la gente muy activa, llenas de energía positiva, era un Reino muy simple, pero que sin embargo tenían la cualidad de complicarlo todo constantemente.
Por ejemplo sabían que todos los problemas tenían solución, por lo que les resultaba más entretenido andar el camino más largo para arreglarlos. Si un gato estaba subido a un árbol, en vez de coger una escalera apoyarla en el árbol y subir a por el gato, Yang prefería dar mil piruetas, saltar de un árbol a otro hasta llegar al del gato, trepar y brincar entre sus ramas, hacer equilibrios con el gato en sus brazos, y de nuevo con piruetas varias dejar al gato en el suelo, para que después de un salto, acabe de nuevo subido en el árbol.
Yang se preguntaba si en otros lugares sería igual, porque ya estaba cansado, aburrido de su Reino y su forma de ver la vida, todo no podía ser, correr y saltar y trepar y arreglarlo todo, para volver a empezar, él sentía que le faltaba algo, algo más que estaba dispuesto a encontrar. Así que un día, se armó de valor y decidió salir a explorar el mundo, más allá de los límites de su reinado, caminó y caminó, anduvo día tras día por la tierra, nadando entre sus mares, esquivando volcanes que escupían fuego, brincando tan alto que podía tocar las nubes, desprendiéndose de su energía positiva y repartiendola entre los que más la necesitaban. 

Hasta que cada vez había menos días con luz y más días de oscuridad.
La gente cambiaba según se adentraba más y más en este nuevo Reino.
Todo era diferente, era tan oscuro que no se veía el cielo, sólo la tierra. La gente cada vez era más tranquila, calmada, todo era negativo y sus vidas eran muy complicadas, pero sin embargo tenían la habilidad, de lo difícil hacerlo fácil, de simplificar todo lo complicado. Si un gato estaba subido en un árbol maullando para que lo bajen, sólo tenían que esperar a que el gato se cansara y se bajara solito, pues después de todo, para qué bajarlo, si después con un simple salto se iba a volver a subir.
Esa nueva forma de ver la vida, parecía cómo si cualquier idea, podía ser vista como su contraria, si se la mira desde otro punto de vista, Yang se percató de la dualidad de las cosas, de todo lo que existe en el universo.

Y al final de su camino, se encontró con una ciudad preciosa, oscura, sí, pero llena de lucecitas que la iluminaban. Se quedó ensimismado observándola, sin darse cuenta que alguien, se acercaba a toda velocidad, y que se detuvo repentinamente cuando se encontró frente a él.
Era una niña de piel blanca, tan blanca como la luz de la Luna, pero oculta tras un traje oscuro como su Reino.
Ella se presentó: " Hola soy Yin"
Yin era como él, una pequeña ninja, que le inquietaba pensar, que siempre fuese todo igual en su Reino, con la sensación de que le faltaba algo, que necesitaba hacer algo más que esperar a que las cosas se arreglasen solas.
Yin y Yang se pusieron a hablar largo y tendido, sobre sus respectivos reinos, eran totalmente diferentes, bueno más bien complementarios, si sus culturas se unieran en una, sería La sociedad perfecta. Entonces a Yang se le ocurrió una idea espectacular, y a la que Yin aceptó cumplirla encantada. Esa idea era intercambiarse, que cada uno fuese al Reino del otro, y que de esa forma sus Reinos fueran completos, complementarios, perfectos.
Por eso Yin partió al día siguiente hacia el Reino de Yang, corrió, brincó, disfrutó del recorrido, y absorbió todo conocimiento que aprendía por el camino.
Descubrió que cada ser, objeto o pensamiento, posee un complemento, del que depende para su existencia, y que a su vez, existe dentro de uno mismo. Por lo que siempre hay dos fuerzas fundamentales, que son complementarias y opuestas, que existen en todas las cosas.
Y se dio cuenta, que nada existe en estado puro, o en absoluta quietud, si no que se encuentra, en una continua transformación.
Una vez encontrado su lugar en el mundo.
Yin y Yang se sintieron por fin, plenamente felices, sabiendo que en cada uno, había quedado algo del otro, algo que permaneció en su interior para siempre, y por lo que todo el mundo sabe ya, que dentro de cada Yin hay un Yang y viceversa. Es imposible concebir uno sin el otro.
Descubre tu Yin y tu Yang y no tengas miedo de mostrarlo al mundo.


FIN



Y.L.L.
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