Cuentos de Yolanda

Cuentos de Yolanda
Cuentos para niños y mayores, cuentos diferentes, que te hacen pensar, con su moraleja al final de la historia. Aunque penséis que son muy complejos para un niño, no subestiméis su entendimiento, su forma de ver las cosas y la vida, puede que no lo vean como los adultos, porque sí, son niños, pero no son tan ignorantes como los vemos, simplemente su perspectiva es diferente a la nuestra, no dudéis en leer los cuentos a vuestros hijos, explicarles las palabras que no entiendan, para que puedan absorberlas, y sorprendeos con su capacidad de razonamiento.

jueves, 16 de abril de 2015

Teatro Romano



Teatro Romano



Érase una vez, hace mucho, pero mucho tiempo.
Cuando los romanos gobernaban las tierras. Se percataron de algo muy, pero muy importante. El ocio, el entretenimiento, la diversión, eso es lo que necesitaban los seres humanos para ser un poquito más felices.
Y allá por el sur de Europa, construyeron dos edificios majestuosos, dedicados para entretener a las personas.
El Teatro y el Circo:


El Teatro era esbelto, acogedor, el más pequeño de los dos, y también el más listo, él decidió que se dedicaría a entretener con la cultura, con obras de teatro o espectáculos musicales, por ejemplo.
El Circo era grandioso, voluptuoso, algo más rudo, más basto, pero el más fuerte, él se encargaría de albergar a las bestias, como los leones o las luchas entre gladiadores.
Entre los dos hacían un buen equipo, tenían cubiertas todas las necesidades lúdicas que necesitaban los hombres de aquella época.
Sin embargo, en un imperio dónde lo más importante era conquistar países, ir a la guerra, los temas que más abarcaban las personas, eran los que se abordaban en el Circo romano, que empezó a tener mucho más éxito, fama, riquezas.
Tanto poder, acabó por corromper el espíritu de cooperación de ambos edificios.
El Teatro pasó a un segundo plano, eclipsado por el Circo, que se volvió arrogante y despiadado, tal y como reflejaban sus espectáculos.

Sin embargo, con el paso de los tiempos, todo eso cambió.
Toda esa majestuosidad que tenían ambos edificios, se fue degradando poco a poco, cuando los romanos perdieron su imperio.
La gente se volvió más triste y ya no tenían ganas de divertirse.
Ya nadie se acordaba de para qué servían esos edificios, y los dejaron abandonados.
El tiempo, el clima, incluso la mano devastadora del hombre, se encargaron de convertirlos en unas ruinas antiguas.
Hacía años que el Teatro y el Circo, ya no se hablaban entre ellos.
El Circo cada vez más deprimido, recordando lo que fue, y en lo que se había convertido ahora, se desgastaba a pasos agigantados, no quería hablar con el Teatro, no quería mirar a su alrededor, no quería enfrentarse a la realidad.
El Teatro, no podía ver así a su amigo, e ideó un plan para poder resurgir de la oscuridad en la que habían caído durante tantos años, salir de ese olvido latente en el que se habían visto obligados a vivir, por culpa de los seres humanos.

E intentó hablar con el cabezota del Circo, para que le ayudase con su gran plan, pero sin éxito alguno.
El gran y orgulloso Circo, ahora convertido en un edificio ruinoso más, cómo cualquier otra ruina antigua que hayáis visitado, creía no necesitar la ayuda de un pequeño teatro para resurgir, pues él siempre había sido el preferido de los dos, y no podía imaginar ninguna otra opción posible, por lo que retó a su pequeño amigo a ver quién de los dos, conseguía captar antes la atención de los seres, que antes abarrotaron sus gradas.
Ambos se reformaron lo más que pudieron, sin terminar de ser lo que fueron, y siguiendo aparentar unas ruinas, sí, pero unas ruinas con clase, se colocaron focos de colores, para que las personas pudiesen observarlos desde la oscuridad nocturna, se publicitaron a lo largo de España, de Europa y del mundo entero, y ofertaron espectáculos como antiguamente se desarrollaban en sus escenarios.

Sin embargo, el Circo no contó con que su aspecto ya no era tan grande, ni tan fuerte, ni podía albergar a las bestias de antaño. Además los tiempos que corren, no son cómo los de antes, los gustos han cambiado, las personas preferían los espectáculos que ofrecía su pequeño rival, que llenaba su aforo al máximo, tanto de día como de noche.

Esta vez, fue el Circo, el que quedó eclipsado por el Teatro. Pero esta vez fue diferente, pues este pequeño edifico no permitió, que su gran amigo cayese en el olvido, ambos monumentos son un gran equipo, y no puedes ir a ver uno sólo, si no ves al contiguo.
Da igual el espectáculo que elijas, o las actividades que ofrezcan, el beneficio es para nosotros, que somos los afortunados de poder disfrutarlo.

Tú, ciudadano del mundo, Si visitas Europa, el sur de Europa, por donde se oculta el sol en España, esa comunidad Extremeña, famosa por su jamón de bellota, en la provincia de Badajoz, no puedes evitar esa parada obligatoria, que te muestra la espectacularidad del:
Teatro y Circo Romanos de Mérida.





FIN





Este relato está dedicado a una alumna muy especial, Irene, una campeona que podrá llegar tan lejos como se lo proponga. Espero que un día tus sueños se hagan realidad.



Y.L.L.
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sábado, 14 de febrero de 2015

Cupido y Serendepia



Cupido y Serendepia



Os voy a contar una historia que poca gente conoce.
Seguramente sepáis quién es Cupido, ese ángel que lanza flechas, para que la gente se enamore a primera vista.
Pero... ¿quién conoce a Serendepia? Esa que se encarga de la casualidad, de los encuentros fortuitos, ¡qué haríamos sin ella! seguramente haya intervenido más en nuestras vidas que cupido.
Bien pues os voy a contar cómo empezó todo, y cómo puede llegar a estar todo relacionado.
Serendepia y Cupido, nacieron para competir por un puesto que había quedado vacante, el de "Celestina del amor", los dos eran amigos, se conocían bien, pero al mismo tiempo eran rivales, tenían que crecer juntos pero entrenar por separado, a los dos les entregaron sus arcos y sus flechas, pero cada uno tenía que buscar su propia estrategia para que sus flechas fueran las más efectivas.
Serendepia era dulce y cariñosa, enamorada del amor, sólo era una niña pero tenía claro lo que quería, que el amor triunfara ante todas las cosas, era la candidata perfecta para el puesto de celestina.
Cupido era más travieso, lo que le gustaba era disparar flechas, cuantas más flechas mejor, creo que a veces no le importaba que las personas a las que enamoraba con sus flechas, no fuesen compatibles.
Cuando dejaron de ser unos bebés, para convertirse en los niños encargados de repartir amor, empezaron sus pruebas.
Serendepia observaba bien a sus aspirantes al amor, y hasta no sentirse segura de que ese amor triunfaría no disparaba su flecha.
Cupido era un torbellino, y cualquier candidato a enamorarse, era perfecto para practicar el tiro al blanco.
Durante algún tiempo estuvieron compitiendo, flecha tras flecha, amor tras amor, y prueba tras prueba, cada vez estaban más cerca del veredicto final.
Una vez realizado el recuento de parejas enamoradas. Cupido ganó con una elevada puntuación.
Una vez más, como en tantas otras ocasiones de la vida, la cantidad fue mejor valorada que la calidad. Y el amor fue dejado en manos de Cupido. Quizás esto aclare muchos de los resultados finales que este angelito va provocando por el mundo.
En fin, que Cupido y Serendepia seguían creciendo, juntos pero no revueltos, cada uno por separado, hacían lo que tenían que hacer.
Cupido enamoraba a las parejitas con sus flechas de amor, con él todo era idílico y maravilloso, las parejas eran felices, mientras durase el efecto de las flechas, si la puntería de Cupido era cien por cien en el corazón de cada enamorado, ese amor duraría para siempre, pero si no acertaba de pleno, después de pasarse el efecto tenían que seguir el camino del amor por sus propios medios, y no siempre conseguían andarlo.
Mientras tanto Serendepia, que se quedó sin realizar el trabajo de su vida, hacía lo que mejor se le daba hacer, observar, observar y dejar que las cosas pasen cuando tengan que pasar, por casualidad.
Aunque Serendepia no había conseguido el puesto oficial de celestina, ella tenía clara su vocación, ella creía en el amor verdadero, pero no el enamoramiento que provocan las flechas de Cupido, si no en el amor que surge, que crece, que se forja día a día, y que si lo trabajas constantemente, puede durar eternamente.

Cupido aunque crecía cogiendo experiencia y confianza en sí mismo, no terminaba de ser tan observador y detallista como Serendepia, y por muy bueno que fuera lanzando flechas, lo que hacía por los demás no lo podía hacer por él mismo. Era evidente que entre ambos había más que una simple amistad o rivalidad. Ella escondida entre los árboles siempre observando y dejando pasar la oportunidad, si algo tenía que ocurrir ya ocurriría, pero su rechazo pasado, del trabajo de su vida, no le dejaba superarlo y hacer algo para cambiar las cosas. Él en su mundo de enamoramiento, no era capaz de dirigirse a ella y exponer sus sentimientos, simplemente dejaba pasar el tiempo embelesado con la belleza de Serendepia.
Ambos siguieron creciendo...

Sus caminos se separaban y convergían constantemente.
Ambos habían perdido la inocencia de su niñez, Cupido era cada vez más engreído, seguro de sí mismo, creyéndose ser el príncipe absoluto del amor.
Serendepia, una joven y apuesta fémina, inteligente, mucho más fría, dura y segura de sí misma, tantos años observando a Cupido, a las parejas de enamorados, creía saberlo todo sobre el amor, pero todavía sin el valor de atreverse a actuar, aunque viera como Cupido se equivocaha en alguna precipitada flecha de amor, le dejaba actuar, aunque se viera con ganas de revelarle lo que sentía por él, seguía sin ser capaz de acercarse a su piel.
Los años seguían pasando y la distancia emocional entre ellos era cada vez mayor.
Serendepia llegó a la edad adulta cuando por fin la madurez llegó a su corazón.
Se dio cuenta que su gran pasión seguía siendo ver felices a los demás, y todos los años que había pasado observando cómo el azar y la casualidad también tenían su papel a la hora de ser feliz, se dedicó a ello, a los actos fortuitos del destino, cuando creía que una pareja merecía estar junta, aunque ellos mismos no fuesen capaces de verlo, casualmente provocaba un encuentro fortuito por obra del destino, quizás una piedra en el camino de una joven que mientras camina hacia atrás no la ve, y al tropezar, ese chico con el que tontea, al quererla sujetar, se ven obligados a ponerse cara a cara, y si hay amor de verdad, seguramente un beso surgirá.
Cupido que nunca había dejado de fijarse en ella, le gustaba lo que veía, ese cambio tan positivo en su forma de actuar. Él también había madurado, y empezó a reconocer que quizás una ayudita no le vendría mal.
Así que armado de valor, se acercó a Serendepia y le reveló sus sentimientos, ella correspondiéndole, le abrazó y se pusieron a hablar y hablar, todas esas palabras que no se habían dirigido durante años.
Decidieron que ya no serían rivales nunca más, a partir de ese instante, podían trabajar juntos, bueno aveces por separado y a veces en conjunto, pero siempre se tendrían el uno al otro.
Por eso a veces el amor te llega con un flechazo, otras veces por casualidad, y en otras ocasiones, es un un cúmulos de circunstancias, que no te das cuenta cómo te llegas a enamorar.
Aunque lo que realmente importa, es saber que no podemos dejar el amor de pareja a factores externos, Cupido y Serendepia, sólo nos dan ese empujoncito que a veces necesitamos y que no somos capaces de caer en la cuenta de lo que ocurre. Después la labor es totalmente nuestra, nada es eterno si no lo sabemos mantener. La elección final es tuya, aprovéchala.



FIN



Y.L.L.
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jueves, 12 de febrero de 2015

La vida es un carnaval



La vida es un carnaval



¿Sabéis una cosa? Conozco una ventana que muestra la vida de los animales que habitan en una selva muy lejana.
Y... ¿queréis que os cuente lo que vi? 
Pues bien, preparaos para la siguiente historia.

Todo comienza con Isaac, un pequeño camaleón de color verde, que no podía cambiar de color.
Isaac observaba a sus mayores subidos a los árboles, les veía cambiar los colores de su piel, una y otra vez. Él también quería cambiar de color, pero no podía.
Yo le veía triste, bueno cuando conseguía verlo, porque se le daba muy bien ocultarse entre las hojas verdes de los árboles.
Isaac fue creciendo tristemente, porque seguía sin poder cambiar de color, vale que el verde le favorecía, vale que era el mejor ocultandose entre la verde selva, vale que tenía que tener paciencia, ya que tarde o temprano, todos los camaleones cambian de color, pero no, no vale, no es justo que los demás puedan y él no.
Así que como no le gustaba su vida, siguió creciendo con un rostro entre triste y enfurruñado.

En su adolescencia, Isaac sólo tenía un amigo, Kevin, tampoco se le daba muy bien lo de cambiar de color, a excepción de una mancha roja en su frente, no había forma de que le saliera ningún color más. 
Eran los dos "verdes-simples" de la selva, así es como los llamaban los demás. Pero a diferencia de Isaac, a Kevin no le importaba, él era feliz como era, se aceptaba con sus virtudes y sus defectos, y eso le hacía vivir la vida con más seguridad en sí mismo, y poder disfrutar más con los demás.
A los dos les gustaba Lily, ella sí que podía cambiar de color, y su color favorito era el lila, por eso lo lucía con orgullo, "Yellow butterfly" era su mejor amiga que siempre le acompañaba allí donde iba, posada en su cabeza como si fuese una corona de princesa, que le hacía aún más bella.

Ese año, toda la selva, estaba preparándose para unos carnavales espectaculares. Con fuegos artificiales incluidos. Todos los animales sacaban a relucir sus colores más vivos, para darle luz y color a la selva. Estaban todos los animales, no faltaba ninguno, yo conseguí ver dos papagayos y un loro verde, dos leopardos y tres monos, dos tucanes y un colibrí, una cacatua y una serpiente, tres pájaros de pico fino y largo, tres mariposas y un faisán, un perezoso y un ave de plumaje naranja vivo, incluso algún animal más que no sabría deciros cual, y por supuesto vi a Isaac, subido en lo alto de un árbol, con su cara de enfadado, mirando lo bien que lo pasaban los demás, hasta Kevin no dejaba de hablar con Lily, aunque ella no parecía hacerle mucho caso, pero eso daba igual, lo importante es que todos lo pasaban fenomenal.
Por eso Isaac no podía seguir así, triste y enfadado, si no te gusta tu situación, cámbiala, no esperes a que las cosas ocurran porque sí, sin hacer nada para resolverlo, esperando que se resuelvan solas.
Su objetivo era poder cambiar de color, y empezó a trabajar ese aspecto de su vida, tanto insistió, que al final consiguió lucir los colores más bonitos de la selva, era un camaleón multicolor.
Al año siguiente cuando llegó el carnaval, ya no vi ningún animal tristón, Isaac orgulloso de su gran esfuerzo, mostraba sus colores con alegría, incluso consiguió hacerse una nueva amiga, que se veía tan linda como él, y los dos juntos se pusieron a observar la fabulosa fiesta de la selva, todos los animales eran tan felices, que decidieron vivir la vida como un carnaval que se celebra todos los días.


Por eso, para ser feliz, hay que vivir contento, con ilusión, y si la vida te da limones, aprende a hacer limonadas, si algo sale mal, cámbialo para que salga bien, evoluciona en tu camino, para llegar a vivir con felicidad el día a día.
Os dejo una canción con su letra, para que la podáis cantar con quien queráis.
Ver "La vida es un Carnaval- Celia Cruz (letra)" en YouTube

Aquí os dejo un dibujo para que lo coloreéis a vuestro gusto. Disfrutarlo.





FIN




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sábado, 7 de febrero de 2015

El ninja blanco



El ninja blanco


Yang era un niño de piel oscura, que tenía el conocimiento de las Artes marciales, y siempre iba de blanco. Yang era... "El ninja blanco", y vivía en un Reino de luz, donde todas las casas eran blancas, el cielo era luminoso, la gente muy activa, llenas de energía positiva, era un Reino muy simple, pero que sin embargo tenían la cualidad de complicarlo todo constantemente.
Por ejemplo sabían que todos los problemas tenían solución, por lo que les resultaba más entretenido andar el camino más largo para arreglarlos. Si un gato estaba subido a un árbol, en vez de coger una escalera apoyarla en el árbol y subir a por el gato, Yang prefería dar mil piruetas, saltar de un árbol a otro hasta llegar al del gato, trepar y brincar entre sus ramas, hacer equilibrios con el gato en sus brazos, y de nuevo con piruetas varias dejar al gato en el suelo, para que después de un salto, acabe de nuevo subido en el árbol.
Yang se preguntaba si en otros lugares sería igual, porque ya estaba cansado, aburrido de su Reino y su forma de ver la vida, todo no podía ser, correr y saltar y trepar y arreglarlo todo, para volver a empezar, él sentía que le faltaba algo, algo más que estaba dispuesto a encontrar. Así que un día, se armó de valor y decidió salir a explorar el mundo, más allá de los límites de su reinado, caminó y caminó, anduvo día tras día por la tierra, nadando entre sus mares, esquivando volcanes que escupían fuego, brincando tan alto que podía tocar las nubes, desprendiéndose de su energía positiva y repartiendola entre los que más la necesitaban. 

Hasta que cada vez había menos días con luz y más días de oscuridad.
La gente cambiaba según se adentraba más y más en este nuevo Reino.
Todo era diferente, era tan oscuro que no se veía el cielo, sólo la tierra. La gente cada vez era más tranquila, calmada, todo era negativo y sus vidas eran muy complicadas, pero sin embargo tenían la habilidad, de lo difícil hacerlo fácil, de simplificar todo lo complicado. Si un gato estaba subido en un árbol maullando para que lo bajen, sólo tenían que esperar a que el gato se cansara y se bajara solito, pues después de todo, para qué bajarlo, si después con un simple salto se iba a volver a subir.
Esa nueva forma de ver la vida, parecía cómo si cualquier idea, podía ser vista como su contraria, si se la mira desde otro punto de vista, Yang se percató de la dualidad de las cosas, de todo lo que existe en el universo.

Y al final de su camino, se encontró con una ciudad preciosa, oscura, sí, pero llena de lucecitas que la iluminaban. Se quedó ensimismado observándola, sin darse cuenta que alguien, se acercaba a toda velocidad, y que se detuvo repentinamente cuando se encontró frente a él.
Era una niña de piel blanca, tan blanca como la luz de la Luna, pero oculta tras un traje oscuro como su Reino.
Ella se presentó: " Hola soy Yin"
Yin era como él, una pequeña ninja, que le inquietaba pensar, que siempre fuese todo igual en su Reino, con la sensación de que le faltaba algo, que necesitaba hacer algo más que esperar a que las cosas se arreglasen solas.
Yin y Yang se pusieron a hablar largo y tendido, sobre sus respectivos reinos, eran totalmente diferentes, bueno más bien complementarios, si sus culturas se unieran en una, sería La sociedad perfecta. Entonces a Yang se le ocurrió una idea espectacular, y a la que Yin aceptó cumplirla encantada. Esa idea era intercambiarse, que cada uno fuese al Reino del otro, y que de esa forma sus Reinos fueran completos, complementarios, perfectos.
Por eso Yin partió al día siguiente hacia el Reino de Yang, corrió, brincó, disfrutó del recorrido, y absorbió todo conocimiento que aprendía por el camino.
Descubrió que cada ser, objeto o pensamiento, posee un complemento, del que depende para su existencia, y que a su vez, existe dentro de uno mismo. Por lo que siempre hay dos fuerzas fundamentales, que son complementarias y opuestas, que existen en todas las cosas.
Y se dio cuenta, que nada existe en estado puro, o en absoluta quietud, si no que se encuentra, en una continua transformación.
Una vez encontrado su lugar en el mundo.
Yin y Yang se sintieron por fin, plenamente felices, sabiendo que en cada uno, había quedado algo del otro, algo que permaneció en su interior para siempre, y por lo que todo el mundo sabe ya, que dentro de cada Yin hay un Yang y viceversa. Es imposible concebir uno sin el otro.
Descubre tu Yin y tu Yang y no tengas miedo de mostrarlo al mundo.


FIN



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El príncipe del dolor



El príncipe del dolor


¿Conocéis el Reino de la alegría? Es un lugar, donde todas las personas son felices, y les gusta sonreír, pase lo que pase.
No siempre brilla el sol, pero sus rayos siempre se sienten, en la cara de las personas, en el brillo de su castillo. Los niños, no siempre son buenos, pero siempre un buen angelito vela por su seguridad y así se pueden divertir mejor. No siempre cantan los pájaros, pero siempre los puedes observar volando por el cielo, o construyendo un nido de amor con las flores del jardín.
Las personas de este Reino son normales, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero han descubierto que si sonríen siempre (Always Smile), la vida es mejor.

Este lugar estaba reinando por "El príncipe D".
Diego era su nombre, pero esa D, no significaba Diego, para él esa D, sigindicaba Dolor. Diego era el Príncipe del Dolor, porque se sentía desdichado, triste, no tenía amigos, y todo le salía siempre mal. Cuando salía a pasear con su caballo, las nubes empezaban a soltar agua, su caballo siempre se cagaba, y la chica que le gustaba, le había roto el corazón, porque no quería saber nada de él. Así que Diego lloraba y lloraba siempre, desesperado por los rincones. No se daba cuenta que tras las nubes lluviosas había un arcoiris, o que la caca de su caballo servía de abono para que crecieran las flores del campo, incluso su corazón roto le hacía señales luminosas para indicarle que detrás de cada mal, hay un rayo de luz, que te lleva al buen camino de nuevo, y que sólo hay que saber encontrarlo, pues únicamente tú, eres responsable de buscar tu propia felicidad, no se puede echar la culpa a los demás, cuando las cosas salen mal, y eso era precisamente lo que hacía Diego, culpar al universo de su desdicha, de su mala suerte, incluso de su estado de ánimo.

Tanta era la tristeza del príncipe, que El Hada de la oscuridad, tuvo que hacer su aparición, pues hasta ella sentía el dolor de su corazón.
Una noche entre los sollozos de Diego, El Hada se le presentó y le preguntó:
Diego, qué ocurre, qué te causa tanto dolor.
¿Hay algo, que yo pueda hacer por ti? 
El príncipe, se secó las lágrimas de los ojos y se quedó callado pensando en todo lo que quería decir, pero sin pronunciar una sola palabra.
El Hada escuchó sus pensamiento, y el lamento de su corazón roto.
Tenía pensamientos de destrucción, de rencor, de venganza, pensamientos tan oscuros que hasta a ella le asustaban, y entre esos pensamientos, un fervor deseo de causar dolor a todo aquel que le haga daño.

El Hada le puso la mano debajo de la barbilla para alzar su cabeza y mirar su rostro, y le dijo: 
Yo te puedo conceder tu deseo Diego, pero has de saber que a cambio, tú también recibirás dolor cuando se lo causes a otros, hay que mantener un equilibrio entre las acciones y consecuencias que provocas, y ten cuidado, porque tu corazón se irá rompiendo y desgarrando cada vez más, con cada dolor que provoques, ¿Lo has entendido correctamente?
Diego asintió con la cabeza, y El Hada desapareció en la oscuridad sin dejar rastro. Por primera vez en su vida, Diego se sintió bien, parecía que su suerte había cambiado, pues por primera vez sentía la sensación de poder, sin embargo el poder corrompe, y podía llegar a causar más daño del que le podían hacer a él.

Su primera víctima fue la chica, esa chica que le rechazaba constantemente y que no quería saber nada de él. Así que pensó, voy a darle una oportunidad de que me acepte, y si no lo hace, haré que ella se sienta rechazada constantemente por todo aquel que se le acerque y así sentirá la tristeza que yo siento. Y dicho y hecho, Diego se vengó de todo aquel que le hacía daño, durante años fue infringiendo dolor por todo el Reino, sin darse cuenta, que el dolor que causaba él, estaba tan intensificado, que todo ese exceso de mal emocional, le rebotaba una y otra vez, y en vez de sentirse mejor, cada vez sufría más dolor, tan negruzco se volvió su corazón, que todo a su alrededor se oscureció, las personas, su reinado, hasta su cabello y su ropaje eran negros como la oscuridad.

En pocos años envejeció tanto su alma, que ya no tenía ganas de seguir viviendo. 
Sin embargo una criada de palacio, que siempre se había fijado en Diego, y que para el cual, siempre había pasado desapercibida, se acercó a él y consoló su triste corazón, a pesar de su indiferencia, ella no se rendía nunca, le acicalaba, peinada su cabello, le daba conversación, y día tras día, rompía la oscuridad que el príncipe llevaba dentro, hasta que dejó de desearle el mal a los demás y sus ojos se llenaron de luz, para ver más allá de la mala suerte que creía tener.
Por eso, aunque creas que todo está perdido y no veas la luz, déjate llevar por los que sí pueden verla, pues tarde o temprano, tú también serás capaz de vislumbrar el buen camino.
Y ahora elige el dibujo que prefieras colorear:


¿Será El príncipe del dolor?




 O será... 
¡¡¡¿El príncipe de la Alegría?!!!


FIN



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Niño Inmortal



Niño Inmortal




David es un niño normal, pero quiere ser especial.
Se pasa gran parte del día soñando despierto, con seres únicos, con atravesar el espacio, o viajar en el tiempo.
Pero lo que realmente desea, es ser Inmortal, y poder vivir para siempre.
David es un niño muy cabezota, y aunque la gente le decía, que su deseo no se podría realizar jamás, no dejaba de buscar la forma de poder cumplir su sueño.
Este niño, observó, preguntó, e investigó, leía todos los libros que le llevará a conseguir una pista para hacer su deseo realidad, cómo por ejemplo, poder dominar el tiempo, paralizarlo, hacerlo infinito, esa idea fue creciendo y creciendo, primero abstracta, luego difusa, pero al final concreta, tenía que hacerse infinito.

El objetivo lo tenía claro, la inmortalidad.
Para ello, tenía que seguir investigando, cómo poder llegar a formar parte de la eternidad. 
David pensaba para sus adentros:
Quizás debía encontrar una lámpara mágica como la de Aladino, con un Genio dentro, para poder formular el deseo, desde luego no iba a ser fácil, pero los mayores siempre me dicen, que si quieres algo con mucha fuerza e intensidad, y luchas para conseguirlo, puedo obtener todo lo que me proponga. Así que sólo he de encontrar la forma de conseguirlo y luchar por ello.
David siguió buscando y buscando, preguntando y preguntando, hasta que por fin, leyó una historia en la que hablaban del espíritu del tiempo, si le invocabas, si le llamabas con muchas ganas, podía aparecer frente a ti y conceder deseos relacionados con el tiempo, así que era perfecto, eso es lo que quería, lo tenía clarísimo, había que llamar al Espíritu del Tiempo.

Cerró los ojos, pensó e imaginó con todas sus fuerzas al Espíritu del Tiempo, lo llamó y aclamó, y al abrir de nuevo sus ojos allí estaba, era de una belleza extraordinaria, elegante, delicada, y desprendía luminosidad, parecía tener el tiempo en sus manos, de rostro dulce, y voz suave, se acercó a David, y le susurró tiernamente al oído:
"Hola David, he escuchado tu llamada y vengo para saber el motivo, por el cuál tienes tantas ganas de hablar conmigo."
David, perplejo, porque no se terminaba de creer lo que estaba viviendo y oyendo, pues ¡había resultado, estaba hablando con el Espíritu del Tiempo!, así que se tranquilizó, aparcó los nervios, y le contó su propósito; ser Inmortal.

El Espíritu, le escuchó y le concedió su deseo, ser Inmortal, un niño inmortal de La Ciudad Inmortal, una ciudad, donde el tiempo no pasa, y puedes vivir eternamente entre sus calles,...  pero...  eso no es lo que David tenía en mente, estaba muy bien, porque allí todos eran inmortales, sí, inmortales de La Ciudad Inmortal, e inmortales de no morirse nunca, pero... allí no conocía a nadie, él quería vivir con sus padres, jugar con sus amigos y vivir para siempre con la gente que quiere, y eso ya no iba a ser posible, su gente se había quedado en un mundo mortal, al que ya no regresaría, por querer ser Inmortal, y se dio cuenta que ese deseo ya no le gustaba tanto y empezó a llorar y llorar de tristeza, tanto que el Espíritu del Tiempo regresó para preguntarle, por qué sollozaba si su deseo se había cumplido.

David le explicó, su preocupación, su temor de no volver a ver a la gente que quiere.
El Espíritu del tiempo, le escuchó atentamente, y le dijo, que si deshacía el deseo, ya no podría volver a llamarla más, y todo lo que había hecho para conseguir hablar con ella, habría sido en vano, no habría servido para nada, todo seguiría igual que antes.
David todavía con lágrimas en los ojos, asintió con la cabeza, entendía que si regresaba atraves del túnel del tiempo, ya no podía echarse atrás de nuevo, esta decisión era la definitiva y tendría que dejar de soñar con ser Inmortal.

El Espíritu del Tiempo, antes de desaparecer para siempre y hacerle regresar por el túnel del fuego atemporal, le confesó un secreto que resultaría muy relevante a David para su futuro, un secreto tan importante, que le haría conseguir su objetivo al niño.
Le reveló, el verdadero significado de la inmortalidad.
Todos piensan que la inmortalidad es vivir para siempre.
Pero para ser inmortal, sólo tienen que recordarte eternamente, a través de los tiempos, y esa labor está en tus manos, si consigues realizar algo tan grande que nadie lo pueda olvidar, todos te recordarán.
Ánimo tú puedes ser Inmortal.





FIN



Este relato está dedicado a un seguidor muy especial, que me dijo que escribiera un cuento sobre un niño inmortal, bueno pues aquí lo tienes, no sé si es lo que esperabas, pero espero que te guste.




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¿Qué es la navidad?



¿Qué es la navidad?



Todos los años el frío pueblecito de Jaime decora un gran árbol a las afueras, con adornos de navidad. Todos colaboran, colocando las luces, las bolas, los bastoncillos de caramelo, incluso los más jóvenes le hacen un muñeco de nieve guardián, para que el árbol, esté bien acompañado durante las fiestas.

El pueblo entero se llena de luces y colores, espumillón, y adornos, dulces y muñecos de nieve, y la gran estrella reluciente del árbol, indica a los forasteros, la llegada de La Navidad al pueblo.
Caminar por sus calles resulta espectacular, y las personas son muy amables, una vez al año, parecen olvidarse las riñas de vecinos, y todo parece mejor, a Jaime le encanta esta época del año, le gustaría que siempre fuese Navidad, hasta la comida de navidad es mucho más rica, y puede comer dulces, que durante el resto del año, ni si quiera los fabrican. Jaime de camino a casa iba pensando, en... ¿qué era la navidad? y... ¿por qué tenía que terminar? Él quería que fuese Navidad todo el tiempo.

La casa de Jaime también había quedado realmente preciosa, cómo todas las demás, en esta época del año. Las iba mirando por el camino, y no entendía por qué después de acabar la Navidad, todos esos adornos desaparecerían.
Su padre le esperaba en casa con la chimenea encendida, sentado en su butaca junto al árbol de navidad.
Viendo la cara de su hijo, totalmente pensativa, extendió sus brazos y le indicó que se sentará encima de sus rodillas.

¿Qué es la navidad? Le pregunta Jaime a su papá.
Buena pregunta, piensa el padre, y decide darle la explicación simple, la más común:
es una de las festividades más importantes del cristianismo, que conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén.
Jaime se queda mirándolo y le dice:
eso ya lo sé papá, pero yo quiero saber más, quiero saber el significado de la Navidad, por qué en navidad todo es mejor y después todo desaparece. Las personas son más amables en navidad, la comida es más rica, las calles tienen más luces y están más bonitas, llenas de vida. Es como si al celebrar el nacimiento de Jesucristo, celebrásemos el nacimiento de todo lo bueno.Pero después de acabar la celebración, todo vuelve a la normalidad, la gente está otra vez triste con los problemas de siempre, todos los días a comer lo mismo, ya no hay luz por las calles. No entiendo por qué todo eso tiene que desaparecer, es como si naciera y muriera a la vez. Yo creo que la celebración, debería empezar al nacer y continuar toda la vida. Yo quiero que sea Navidad todos los días.
El padre observó a su hijo, asintiendo con la cabeza, pues tenía razón en lo que decía, y se dio cuenta que su hijo, tenía un propósito, una misión, y era lo suficientemente maduro, para realizarla. Así que le propuso una idea:

Jaime, tú eres un chico listo y de buen corazón, y además tienes un don, eres capaz de transmitir a los demás, la buena energía que desprendes, esa positividad y sabiduría, tienes que hacerla llegar al resto del mundo, difundir tu idea. Hacer que todas las personas sientan en su interior la Navidad, todos los días de su vida.
Es una misión muy importante y muy difícil de llevar a cabo. Por eso, tienes que pensar muy bien lo que vas a hacer. Y pase lo que pase, aunque la gente no parezca escucharte, tienes que seguir intentándolo, y jamás darte por vencido. Crees que... ¿podrás hacerlo?

Jaime se quedó pensando, él era listo sí, pero sólo era un niño, ¿cómo un niño tan pequeño, puede cumplir una misión tan grande? Cansando de pensar se fue a la cama para ver si le llegaba la inspiración en sus sueños.


Los sueños son algo maravilloso.
Jaime, soñó toda la noche, las ideas viajaban por su cabeza, y en el mundo de los sueños todo es posible, un pequeño niño es capaz de llegar al gran universo, si se lo propone, incluso las pequeñas cosas, las pequeñas acciones, pueden convertirse en algo grande de verdad.
Por eso descubrió la forma de celebrar todos los días la Navidad, el nacimiento de todo lo bueno. 
Lo único que tenía que hacer, era sonreír, mostrar una sonrisa a cada persona que se cruzase en su camino, contagiar a la gente de buen rollo, para que cada persona pudiera sonreír a las demás, y así llenar el mundo de positividad.




No olvidéis sonreír, a la familia, los amigos y por qué no, también a los desconocidos, pon una sonrisa en tu rostro al caminar, y podrás observar, cómo les cambia la expresión facial a los demás.
Decora la Navidad con una sonrisa.







Feliz Navidad





Y.L.L.
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